lunes, 20 de agosto de 2007

El Paraíso (fragmento)

Franz Kafka
La expulsión del Paraíso debe ser, según su significado principal, eterna. En consecuencia, la expulsión del Paraíso es final, y la vida en este mundo inapelable, pero la naturaleza eterna del evento (o, para expresarlo en términos de temporalidad, la repetición eterna del evento), hace posible que no sólo podamos estar viviendo continuamente en el Paraíso, sino que en la práctica estemos en él permanentemente, sin que tenga la menor importancia el hecho de que sepamos o no que nos encontramos en el Paraíso.
Vivimos en pecado no sólo porque comimos del Árbol del Conocimiento, sino porque aún no hemos comido del Árbol de la Vida. El estado en que nos encontramos es de pecado, más allá de que seamos o no seamos culpables.
Estábamos destinados a vivir en el Paraíso, y el Paraíso estaba hecho para nosotros. Nuestro destino fue alterado; pero no podemos estar seguros de que lo mismo haya ocurrido con el destino del Paraíso.
Y si bien fuimos expulsados del Paraíso, el Paraíso no fue destruido. De algún modo, nuestra expulsión del Paraíso fue un golpe de suerte, porque en caso de que nosotros no hubiéramos sido expulsados, se debería haber destruido al Paraíso.

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