Cuando la música está lo suficientemente lejos el párpado no se mueve muy seguido
y las cosas están quietas como la lavanda sin aliento ni réplica distante.
Entonces la nube es arrastrada tan sutilmente por la plateada máquina voladora
que el solo pensarlo retumba increíblemente; el sonido del motor cae
como una moneda al fondo del océano y el ojo no parpadea
como cuando bajo el fuerte sol una moneda se eleva y rasga el aire cercano. Ahora,
despacio, el corazón respira la música mientras las monedas yacen en la húmeda arena amarilla.
Frank O'Hara
Trad. F. Lizárraga